Escrita por: Patti Murillo-Casa
En octubre del 2008 a la edad de 48 años recibí la noticia más inesperada que una puede recibir. Mi doctor me diagnosticó con cáncer de cérvix, también conocido como el cáncer de cuello uterino- Faceta IIB. Jamás pensé recibir esta clase de noticia. Fue como darme una sentencia de muerte. Me parecía una mentira que me estuviera pasando a mí. Pero tenía que aceptar la realidad y empezar a hacer algo contra esta enfermedad que estaba enfrentando. Yo había cometido un grave error. Por tres años no me había hecho el examen anual de mujeres sanas y ahora lamentablemente había consecuencias. En ese entonces me estaba alistando para jubilarme del departamento de policía de la ciudad de Nueva York cuando empecé a tener síntomas. Empecé a sangrar entre las menstruaciones, me sentía cansada, y sentía y me sentía siempre el abdomen inflamado, al igual que tener incomodidad al tener relaciones matrimoniales. Aun con estos síntomas no visite al doctor. Fue hasta que el sangramiento había progresado que busqué a un nuevo ginecólogo.
Después de varios exámenes y una biopsia fue que recibí mi diagnóstico oficial. Mi tumor era muy grande para hacer una candidata para una histerectomía, y mi doctor decidió tratarme de otra manera.
Recibí siete tratamientos de quimioterapia, 35 tratamientos de radiación externa y 2 tratamientos de radiación interna (braquiterapia). Fue una jornada muy difícil. A tiempos quería rendirme, pero el apoyo familiar fue muy importante. Al final del tratamiento con la ayuda de Dios, mis doctores y el apoyo de mi esposo y mi familia logré ganar la batalla.
Hoy llevo 15 años de remisión - estoy libre del cáncer. Doy gracias todos los días por haber salido al otro lado de la batalla. Pero nuestra historia del cáncer no termina allí. Tenemos que aprender cómo vivir con los efectos secundarios de los tratamientos que recibimos. Tenemos que encontrarnos de nuevo – no somos la personas que éramos antes. El cáncer nos cambia la vida totalmente - físicamente y mentalmente.
Este cáncer no tiene síntomas en su fase inicial. Cuando se empieza a sentir síntomas ya uno está en una etapa avanzada. Eso fue lo que me sucedió a mí. El cáncer de cérvix (el cuello de la matriz) viene de ciertos tipos del Virus del Papiloma Humano (VPH). El VPH es un virus muy común y la mayoría de personas (hombres y mujeres) que son sexualmente activas son infectadas con este virus. No tiene que haber más de una pareja para ser infectado.
Lo bueno es que el cuerpo tiene la habilidad de pelear contra el virus, pelear contra el virus y hacerlo desaparecer sin dejar ningún rastro. Pero no todas las personas tienen esta habilidad. Algunos, como fue mi caso, no podemos pelear pelear y el virus se queda en el cuerpo y empieza a cambiar las células de manera gradual, hasta convertirlas en células pre-cancerosas. Hoy en día hay procedimientos que el doctor puede hacer para no llegar a un diagnóstico de cáncer. Es importante mencionar que el Virus del Papiloma Humano (VPH) no viene como consecuencia de un comportamiento promiscuo o por infidelidad a su pareja.
El cáncer de cérvix es casi 100% prevenible. Sabemos de dónde viene y las herramientas que usar para prevenirlo. Hacernos un examen pélvico anualmente con la prueba de Papanicolaou es importante. Es recomendable hacerse una prueba del VPH si tiene más de 30 años junto con la prueba de Papanicolaou. Así se podrá detectar las células anormales antes de que se conviertan en células cancerosas. A los jóvenes (muchachas y muchachos) entre los 9 a 26 años de edad hay que vacunarse para protegerse del virus. Las estadísticas muestran que en los Estados Unidos cada hora una mujer es diagnosticada con cáncer de cérvix y cada 2.5 horas una mujer muere. Si tomamos las medidas para prevenir y detectar a tiempo esta enfermedad, podemos salvar nuestras vidas.
Según la sociedad americana de cáncer nos dice que en los Estados Unidos 13,820 mujeres son diagnosticadas con este cáncer todos los años y 4,360 de estas mujeres mueren de este cáncer todos los años. Las mujeres Latinas son las más afectadas por esta enfermedad. Ninguna mujer tiene que morirse de esta enfermedad.
Ninguna mujer se tiene que sentir sola sentirse sola durante esta enfermedad - hay muchos recursos y organizaciones que ayudan durante y después. Hay muchos grupos de apoyo con otras sobrevivientes como yo.
Patti Murillo-Casa es una oficial de policía jubilada de la ciudad de Nueva York y sobreviviente de cáncer de cuello uterino por 15 años. Ella es embajadora de la organización Cervivor.
Patti es una asesora de salud registrada con Health Coach Alliance. También es miembro de la junta comunitaria y de la junta de defensa del paciente del Centro Oncológico Integral Herbert Irving de la Universidad de Columbia.
Reside en la ciudad de Nueva York con su esposo de 25 años, donde es instructora de ejercicios grupales, especialista en ejercicios contra el cáncer y defensora y educadora de la salud.